
Pero como el que sabe, sabe (y el que no, opina) siempre supera cualquier juicio que se le haya hecho a su talento, tarde o temprano crea obras como "Sex & Religion". Si antes nos gustaban sus solos, pero pedíamos después de un rato un "basta por favor", ahora esperamos que llegue ese momento, que se transforma en único.
Compuesto en plena época Grunge, el disco es exactamente todo lo contario. No, no es glam. Ni soft metal, ni hair metal, ni pop metal. Es un disco que recupera el espíritu de Van Halen (la otra gran influencia de Vai, mal que le pese a su maestro Satriani) y se centra en canciones pegadizas, con gran presencia de los teclados. Pero a Vai, si bien lo amamantó Van Halen, lo parió Zappa, y el disco tiene esa cuota freak y desestructurada dignas del bigotón. De hecho, el baterista es el excelentriquísimo Terry Bozzio. Y el bajista, T.M. Stevens (Madonna, Joe Cocker) le aporta una sofisticación que difícilmente se pueda encontrar en las bandas de hard rock de los '80, sobre todo porque pertence a esa generación de músicos funk contemporáneos a Flea, Bill Gould, Les Claypool o Muzz Skilings.
Pero lo que convierte a "Sex & Religion" en una genialidad es, sin duda, la presencia en el canto del (hasta ese entonces guitarrista) Devin Townsend. Con un estilo vocal que sólo puede emparentarse al de Mike Patton o Serj Tankian, pero que supera (y acá me la juego) a cualquier cantante de rock conocido hasta ahora, Townsend resume los estilos, calidad, versatilidad y coraje musical de todo el disco.
Para bajarse el disco
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